viernes, 6 de julio de 2012

    Prólogo



Hyde Park, Londres.
2 de mayo de 1912.

Katie se dejó caer. Miró en rededor. No había ni un alma. Para el jogging, los trabajos a las cinco de la mañana, los vagabundos que dormían en los bancos y las fiestas de universitarios todavía faltaba mucho.
−¿Sabes Alec? Nunca pensé que podríamos llegar a estos extremos. –Dijo con gesto afectado−. Pensé que lo aceptarían, que se mantendrían al margen de esto, y todo porque confié en que se acordaran de lo impresionable que es uno a esta edad. –Sonrió con ironía−. ¡Por Dios, Alec, si sólo tengo dieciocho años! ¿Cómo han podido?
Él la miró desde lo alto que era, con una mirada que destilaba arrepentimiento, –básicamente tenía la sensación de ser el culpable de todo–, pero se arrodilló junto a ella y le acarició la mejilla.
−Cielo, siento mucho haberte metido en todo esto. –Esbozó una débil sonrisa−. Adivina lo que dirá tu abuela cuando le digan que su única nieta se ha fugado conmigo. ¿Qué diría Lady Eleanor?
El comentario consiguió arrancar un ligero temblor de las comisuras de los labios de Kate.
−¡Un De Rossi y una De Bareilles! ¡Qué descaro! ¡Habrase visto! Ha sido por culpa de ese muchacho, que le ha hecho perder la cabeza y la ha liado con sus maquinaciones –respondió ella imitando a su abuela−. Pero Alec, mi abuela es buena, no como ellos. Lo que pasa es que a veces la asusto con mis locuras; pero es un cielo. –Ella sonrió cuando Alec se estremeció. Puso los brazos en jarras−. ¡Pero bueno, Alec De Rossi! ¿Se puede saber que te pasa con mi abuela?
−¿Sinceramente? Lady Eleanor me da miedo.
Kate soltó una carcajada. Alec supo entonces que a por el momento que el aluvión de sentimientos de  Kate se había calmado lo suficiente como para que las lágrimas desapareciesen. La tomó de la mano suavemente y la levantó del suelo, acercándola a él. Apoyó su frente en los cabellos de la chica y dijo con un susurro:
−¿Sabes Kitty? No me arrepiento para nada de haberme fugado contigo. Por lo que a mí respecta, ya  has cumplido. Me has  hecho feliz. Aunque lady Eleanor quiera matarme. ¿Sabes otra cosa? Que a pesar de no arrepentirme de esto, siento mucho que no puedas tener una vida normal por mi culpa. No podremos hacer nada de lo que hace una pareja normal. No podré decirle a tu padre que voy a casarme contigo en cuanto me sea posible…
Kate levantó la vista ante la última frase. Sus ojos azules cielo brillaban de sorpresa y gratitud.
−¿Qué te parece? Tú, yo, y el Titanic. Dentro de poco más de una semana zarpa desde Southampton en su viaje inaugural.
Ella soltó otra carcajada musical.
−Alec, ¿me estás diciendo que quieres casarte conmigo en el Titanic? Estás loco. –Una sonrisa divertida asomó de sus labios−. ¿Qué parte de la historia se te ha olvidado?
−Bueno… sería muy romántico.
−Menos lo del iceberg. –Se puso de puntillas y le miró a los ojos, echándole los brazos al cuello, y besándole−. Pero me da igual, estoy contigo. –Cerró los ojos–. Te quiero Alec… creo que incluso más que hace dos minutos. Y esto ya no tiene remedio, por tu culpa. Te quiero tanto…
Él la besó de nuevo.
−¿Puedo tomarlo como un sí?
−No puedes, debes hacerlo. –Respondió ella con tono divertido y enfatizando la palabra−. ¿Por qué quieres hacerlo ahora?
−Porque te he hecho desdichada apartándote de tu familia, y no puedo vivir sin ti, sin que seas feliz. Sin tu sonrisa. Además, te prometí que pasase lo que pasase no te dejaría marchar, y sabes que siempre cumplo mis promesas. Esta vez no iba a ser  diferente. Y de todas formas hay una razón que encuentro más apropiada: porque me has hecho perder la cabeza, la razón y mi corazón es tuyo desde siempre y para siempre. –Acercó sus labios al oído de Kate, y susurrando dijo–: Nunca olvides eso.
Ella cerró los ojos y disfrutó de su susurro, de su declaración de amor.
−¿Vendrás conmigo?
−Siempre. Por ti me casaré contigo subida al Titanic. Aunque sea una boda suicida.
−Te prometo que nos bajaremos en Queenstown como muy tarde. ¿Lista para todo lo que nos espera? –Preguntó Alec con un susurro
−Como siempre, estoy preparada para todo si tú estás conmigo.

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